22 de noviembre de 2005

Haiku

Lluvia de estío:
en los árboles verdes
cuelga sus nidos.

Juan José Domenchina

Tristeza del pasado

TRISTEZA DEL PASADO

Gimen los monos en la oscura selva
bajo el azote cruel de la borrasca;
y sobre el agua azul y arena clara
torna a su nido el ave en la pradera.
En su zig-zag las hojas desprendidas
rinden sumisas sus precarias vidas.
Yo digo adiós, tendido en la ribera,
al río que huye hacia la mar lejana.
De tres mil lis doliente peregrino
subo cansado la inminente cuesta.
Los años de penar sobre mi espalda
blanquean ya mi frente con su escarcha.
Polvo sutil de penas y de olvido
ya corona la copa de mi vino...

Tu Fu

Versión de Bernardo Acevedo

De Eugenio de Nora

CARMEN DEL ÉXTASIS

Distraída del mundo,
más, lejana como un vuelo de pájaros,
tú existes donde el silencio empieza,
donde el alma, donde las avenidas misteriosas,
de árboles altos y de sombra extraña
nos llevan a la pena más hermosa,
donde la noche llora,
constelada frente a sí misma,
porque todo es poco,
porque los mundos brillan en la nada,
como nosotros, donde la belleza suspende el tiempo,
donde canta mi voz más sola,
en mi reducto último, allí estás tú, silencio, alma.
Alza los ojos, tienes la cabeza de una imposible luz aureolada;
quieres, querrías, pero no te sientes,
porque eres sólo noche, noche clara.
¡Ah, dame ese silencio, rompe esta belleza que nos mata!,
y en tu infinita noche, álcese un viento dulce, despertando ramas.

Eugenio de Nora

Oda al otoño

ODA AL OTOÑO
TO AUTUMN

Estación de las nieblas y fecundas sazones,
colaboradora íntima de un sol que ya madura,
conspirando con él cómo llenar de fruto
y bendecir las viñas que corren por las bardas,
encorvar con manzanas los árboles del huerto
y colmar todo fruto de madurez profunda;
la calabaza hinchas y engordas avellanas
con un dulce interior; haces brotar tardías
y numerosas flores hasta que las abejas
los días calurosos creen interminables
pues rebosa el estío de sus celdas viscosas.

¿Quién no te ha visto en medio de tus bienes?
Quienquiera que te busque ha de encontrarte
sentada con descuido en un granero
aventado el cabello dulcemente,
o en surco no segado sumida en hondo sueño
aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta
la próxima gavilla de entrelazadas flores;
o te mantienes firme como una espigadora
cargada la cabeza al cruzar un arroyo,
o al lado de un lagar con paciente mirada
ves rezumar la última sidra hora tras hora.

¿En dónde con sus cantos está la primavera?
No pienses más en ellos sino en tu propia música.
Cuando el día entre nubes desmaya floreciendo
y tiñe los rastrojos de un matiz rosado,
cual lastimero coro los mosquitos se quejan
en los sauces del río, alzados, descendiendo
conforme el leve viento se reaviva o muere;
y los corderos balan allá por las colinas,
los grillos en el seto cantan, y el petirrojo
con dulce voz de tiple silba en alguna huerta
y trinan por los cielos bandos de golondrinas.

John Keats

Versión de Rafael Lobarte