16 de julio de 2004

Las flores malditas: Charles Baudelaire

LA BELLEZA
LA BEAUTÉ

Bella soy, ¡oh mortales!, como un sueño de piedra,
y mi seno, que a todos siempre ha martirizado,
para inspirar amor a los poetas medra
a la materia igual, inmortal y callado.

En el azul impero, incomprendida esfinge;
al blancor de los cisnes uno un corazón frío;
detesto el movimiento que a las líneas refringe,
y nunca lloro como jamás tampoco río.

Los poetas, al ver mis grandes ademanes,
que parecen prestados de altivos edificios,
consumirán sus días en austeros afanes;

pues, para fascinar a amantes tan propicios,
tengo puros espejos que hacen las cosas bellas:
¡mis ojos, tan profundos, como eternas centellas!

Charles Baudelaire

Versión de Ignacio Caparrós

RECOGIMIENTO
RECUEILLEMENT

Cálmate, dolor mío, y tu angustia serena.
Anhelabas la noche. Ya desciende. Aquí está.
Una atmósfera oscura cubre a París. Traerá
a unos cuantos la paz, a otros muchos la pena.

Mientras la muchedumbre que se rinde al placer
­Su verdugo inclemente­ por las calles anhela
Cazar remordimientos bajo la fiesta en vela,
Tú, dolor, ven a mí. Dame la mano al ver

Que es posible escaparse de los ya muertos años
Con sus antiguos trajes en el balcón celeste.
Ya brotan, como salen del mar, los desengaños,

Cuando el sol, bajo un arco, se muere en lontananza.
Ahora, tal un sudario que desciende del este.
Observa, mi dolor: la inmensa noche avanza.

Charles Baudelaire

Versión de José Emilio Pacheco

LOS GATOS
LES CHATS

Los amantes ardientes y los sabios austeros
Aman del mismo modo, cuando su edad declina,
Al gato fuerte y dulce, maravilla felina,
Que en la sala se esconde de los fríos traicioneros.

Amigos de la ciencia y la voluptuosidad,
indagan el silencio y el horror de lo oscuro.
Seguirían del Erebo al fúnebre conjuro
Si algún amo pudiera vencer su vanidad.

Adoptan mientras duermen las nobles posiciones
De las pétreas esfinges que en la arena desierta
Sueñan el sueño insomne de quien nunca despierta.

En sus flancos fecundos duermen constelaciones.
Y partículas de oro, haces de magia incierta,
Encienden sus pupilas con místicas visiones.

Charles Baudelaire

Versión de José Emilio Pacheco

A LA QUE PASA
A UNE PASSANTE

La avenida estridente en torno de mí aullaba.
Alta, esbelta, de luto, en pena majestuosa,
pasó aquella muchacha. Con su mano fastuosa
Casi apartó las puntas del velo que llevaba.

Ágil y ennoblecida por sus piernas de diosa,
Me hizo beber crispado, en un gesto demente,
En sus ojos el cielo y el huracán latente;
El dulzor que fascina y el placer que destroza.

Relámpago en tinieblas, fugitiva belleza,
Por tu brusca mirada me siento renacido.
¿Volveré acaso a verte? ¿Serás eterno olvido?

¿Jamás, lejos, mañana?, pregunto con tristeza.
Nunca estaremos juntos. Ignoro adónde irías.
Sé que te hubiera amado. Tú también lo sabías.

Charles Baudelaire

Versión de José Emilio Pacheco