19 de abril de 2005

Haiku

Este camino,
nadie ya lo recorre,
salvo el crepúsculo.

Matsuo Bashô

Versión de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya

Generación del 27: Vicente Aleixandre

LENTA HUMEDAD

Sombra feliz del cabello
que se arrastra cuando el sol va a ponerse,
como juncos abiertos -es ya tarde;
fría humedad lasciva, casi polvo-.
Una ceniza delicada,
la secreta entraña del junco,
esa delicada sierpe sin veneno
cuya mirada verde no lastima.
Adiós. El sol ondea
sus casi rojos, sus casi verdes rayos.
Su tristeza como frente nimbada,
hunde. Frío, humedad; tierra a los labios.

Vicente Aleixandre


MIRADA FINAL
(MUERTE Y RECONOCIMIENTO)

La soledad, en que hemos abierto los ojos.
La soledad en que una mañana nos hemos despertado, caídos,
derribados de alguna parte, casi no pudiendo reconocernos.
Como un cuerpo que ha rodado por un terraplén
y, revuelto con la tierra súbita, se levanta y casi no puede
reconocerse.
Y se mira y se sacude y ve alzarse la nube de polvo que él no es,
y ve aparecer sus miembros,
y se palpa: "Aquí yo, aquí mi brazo, y este mi cuerpo, y esta mi
pierna, e intacta está mi cabeza";
y todavía mareado mira arriba y ve por dónde ha rodado,
y ahora el montón de tierra que le cubriera está a sus pies y él
emerge,
no sé si dolorido, no sé si brillando, y alza los ojos y el cielo
destella
con un pesaroso resplandor, y en el borde se sienta
y casi siente deseos de llorar. Y nada le duele,
pero le duele todo. Y arriba mira el camino,
y aquí la hondonada, aquí donde sentado se absorbe
y pone la cabeza en las manos; donde nadie le ve, pero un cielo
azul apagado parece lejanamente contemplarle.
Aquí, en el borde del vivir, después de haber rodado toda la vida
como un instante, me miro.
¿Esta tierra fuíste tú, amor de mi vida? ¿Me preguntaré así cuando
en el fin me conozca, cuando me reconozca y despierte,
recién levantado de la tierra, y me tiente, y sentado en la
hondonada, en el fin, mire un cielo
piadosamente brillar?

No puedo concebirte a ti, amada de mi existir, como solo una
tierra que se sacude al levantarse, para acabar cuando el largo
rodar de la vida ha cesado.
No, polvo mío, tierra súbita que me ha acompañado todo el vivir.
No, materia adherida y tristísima que una postrer mano, la mía
misma, hubiera al fin de expulsar.
No: alma más bien en que todo yo he vivido, alma por la que me
fue la vida posible
y desde la que también alzaré mis ojos finales
cuando con estos mismos ojos que son los tuyos, con los que mi
alma contigo todo lo mira,
contemple con tus pupilas, con las solas pupilas que siento bajo
los párpados,
en el fin el cielo piadosamente brillar.

Vicente Aleixandre


VIDA

Un pájaro de papel en el pecho
dice que el tiempo de los besos no ha llegado;
vivir, vivir, el sol cruje invisible,
besos o pájaros, tarde o pronto o nunca.
Para morir basta un ruidillo,
el de otro corazón al callarse,
o ese regazo ajeno que en la tierra
es un navío dorado para los pelos rubios.
Cabeza dolorida, sienes de oro, sol que va a ponerse;
aquí en la sombra sueño con un río,
juncos de verde sangre que ahora nace,
sueño apoyado en ti calor o vida.

Vicente Aleixandre


EL POETA SE ACUERDA DE SU VIDA

"Vivir, dormir, morir: soñar acaso."
Hamlet

Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan.
¿Vivir en ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, mas nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora,
o cuando el día cumplido estira el rayo
final, y da en tu rostro acaso.
Con un pincel de luz cierra tus ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.

Vicente Aleixandre