28 de enero de 2005

Ojos que la última vez vi con lágrimas

OJOS QUE LA ÚLTIMA VEZ VI CON LÁGRIMAS
EYES THAT LAST I SAW IN TEARS

Ojos que la última vez vi con lágrimas
por una división
aquí en el reino de sueño de la muerte
la visión dorada reaparece
veo los ojos pero no las lágrimas
ésa es mi aflicción.

Ésa es mi aflicción
ojos que no veré otra vez
ojos de decisión
ojos que no veré sino
a la puerta del otro reino de la muerte
donde, como en éste,
los ojos sobreviven por un instante
por un instante sobreviven a las lágrimas
y se mofan de nosotros.

T.S. Eliot

Versión de Eva Cruz Yáñez

A su esquiva amante

A SU ESQUIVA AMANTE
TO HIS COY MISTRESS

Más tiempo el tiempo, más el mundo, ¡y nuestros!,
no fuera crimen tu esquivez, señora.
Sentados los caminos pensaríamos
dónde apurar de un lento amor las horas:
tú, por el Ganges y sus rojas aguas,
tributo de rubíes; por el Húmber
yo y mi pena, amargando su marea.
Desde el Diluvio en cerco, cederías
hasta la Conversión de los Judíos:
más vasto que un Imperio crecería
mi vegetal amor, y más despacio.
Un siglo en alabanza de tus ojos,
cien años más en contemplar tu frente,
el doble en adorar entrambos pechos
y treinta mil cada secreta parte.
Por revelar el pie, la ceja, el rizo,
un haz de siglos y una edad entera
para tu corazón, sol de tu cuerpo.
Por ti, señora, pródigo no fuera
dilapidando siglos, eras, astros.

Mas a mi espalda, cada vez más cerca,
del tiempo escucho siempre el carro alado
y frente a mí despliega sus desiertos
la vacua eternidad; ya disipada
tu hermosura y mi voz vuelta fantasma
de tu deshecho oído, tu obstinada
virginidad abierta será brecha
al asalto callado del gusano:
polvo serás, cenizas mi deseo.
La tumba es aposento solitario:
si allí nadie te ve, nadie te besa.

Mientras tu piel se encienda con tu sangre
como se enciende con el sol el alba,
mientras tu ser transpire deseoso
por cada poro fuegos perentorios,
goza, gocemos hoy, mientras se puede.
Antes a tiempo al tiempo devoremos
como amorosos pájaros de presa
que entre sus lentas fauces consumirnos.
Acumulemos toda nuestra fuerza,
toda nuestra dulzura, en una esfera,
y las puertas de hierro de la vida,
en la brutal porfía desgarrados,
abra nuestro placer: si no podemos
parar al sol, ¡que gire más de prisa!

Andrew Marvell

Versión de Octavio Paz

De José Antonio Ramos Sucre

PRELUDIO

Yo quisiera estar entre vacías tinieblas, porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la vida me aflige, impertinente amada que me cuenta amarguras.
Entonces me habrán abandonado los recuerdos: ahora huyen y vuelven con el ritmo de infatigables olas y son lobos aullantes en la noche que cubre el desierto de nieve.
El movimiento, signo molesto de la realidad, respeta mi fantástico asilo; mas yo lo habré escalado de brazo con la muerte. Ella es una blanca Beatriz, y, de pies sobre el creciente de la luna, visitará la mar de mis dolores. Bajo su hechizo reposaré eternamente y no lamentaré más la ofendida belleza ni el imposible amor.

José Antonio Ramos Sucre