9 de junio de 2005

Haiku

Se despidieron
y en el adiós ya estaba
la bienvenida

Mario Benedetti

De Julio Herrera y Reissig

EPITALAMIO ANCESTRAL

Con la pompa de brahmánicas unciones,
abrióse el lecho de sus primaveras,
ante un lúbrico rito de panteras,
y una erección de símbolos varones...

Al trágico fulgor de los hachones,
ondeó la danza de las bayaderas
por entre una apoteosis de banderas
y de un siniestro trueno de leones.

Ardió al epitalamio de tu paso,
un himno de trompetas fulgurantes...
Sobre mi corazón, los hierofantes

ungieron tu sandalia, urna de raso,
a tiempo que cien blancos elefantes,
enroscaron su trompa hacia el ocaso.

Julio Herrera y Reissig

Inscripción

INSCRIPCIÓN

(En 778 aparecieron estos versos sobre el muro
de piedra del Templo de la Colina del Tigre
)

No soy sino un alma vagabunda:
No pude convertirme en espíritu inmortal.
Para mí no aparece el claro sol:
Los pinos verdes son mi pórtico.
Encerrado bajo un montón de tierra
No dejo de pensar en los míos.
¿Cómo matar mi pena, mis remordimientos?
Todo lo que ha nacido vuelve a su origen.
Anuncio a los vivos esta verdad:
No nos sacian las ofrendas de vino.
Que los que tienen cuerpo piensen en los huesos:
Honor y gozo son palabras huecas.

Demonio de la Colina del Tigre

Versión de Octavio Paz

De Alvaro Mutis

CARAVANSARY

FRAGMENTOEstán mascando hojas de betel y escupen en el suelo con la monótona regularidad de una función orgánica. Manchas de un líquido ocre se van haciendo alrededor de los pies nervudos, recios como raíces que han resistido el monzón. Todas las estrellas, allá arriba, en la clara noche bengalí, trazan su lenta trayectoria inmutable. El tiempo es como una suave materia detenida en medio del diálogo. Se habla de navegaciones, de azares en los puestos clandestinos, de cargamentos preciosos, de muertes infames y de grandes hambrunas. Lo de siempre. En el dialecto del distrito de Birbhum, al Oeste de Bengala, se ventilan los modestos negocios de los hombres, un sórdido rosario de astucias, mezquinas ambiciones, cansada lujuria, miedos milenarios. Lo de siempre, frente al mar en silencio, manso como una leche vegetal, bajo las estrellas incontables. Las manchas de betel en el piso de tierra lustrosa de grasas y materias inmemoriales, van desapareciendo en la anónima huella de los hombres. Navegantes, comerciantes a sus horas, sanguinarios, soñadores y tranquilos.

Alvaro Mutis


CANCIÓN DEL ESTE

A la vuelta de la esquina
un ángel invisible espera;
una vaga niebla, un espectro desvaído
te dirá algunas palabras del pasado.
Como agua de acequia, el tiempo
cava en ti su arduo trabajo
de días y semanas,
de años sin nombre ni recuerdo.
A la vuelta de la esquina
te seguirá esperando vanamente
ese que no fuiste, ese que murió
de tanto ser tú mismo lo que eres.
Ni la más leve sospecha,
ni la más leve sombra
te indica lo que pudiera haber sido
ese encuentro. Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra.

Alvaro Mutis