24 de enero de 2005

De Blas de Otero

NI UNA PALABRA

Ni una palabra
brotará en mis labios
que no sea
verdad.
Ni una sílaba,
que no sea
necesaria.
Viví
para ver
el árbol
de las palabras, di
testimonio
del hombre, hoja a hoja.
Quemé las naves
del viento.
Destruí
los sueños, planté
palabras
vivas.
Ni una sola
sometí: desenterré
silencio, a pleno sol.
Mis días
están contados,
uno,
dos,
cuatro
libros borraron el olvido,
y paro de contar.
Oh campo,
oh monte, oh río
Darro: borradme
vivo.
Alzad,
cimas azules de mi patria,
la voz.
Hoy no tengo una almena
que pueda decir que es mía.
Oh aire,
oh mar perdidos. Romped
contra mi verso, resonad
libres.

Blas de Otero


VI QUE ESTABAS...

Volví la frente: Estabas. Estuviste
esperándome siempre.
Detrás de una palabra
maravillosa, siempre.

Abres y cierras, suave, el cielo.
Como esperándote, amanece.
Cedes la luz, mueves la brisa
de los atardeceres.

Volví a la vida; vi que estabas
tejiendo, destejiendo siempre.
Silenciosa, tejiendo
(tarde es, amor, ya tarde y peligroso)
y destejiendo nieve...

Blas de Otero