7 de junio de 2005

De Gabriel Zaid

ELEGÍA

Yo soltaba los galgos del viento para hablarte.
A machetazo limpio, abrí paso al poema.
Te busqué en los castillos a donde sube el alma,
por todas las estancias de tu reino interior,
afuera de los sueños, en los bosques, dormida,
o tal vez capturada por las ninfas del río,
tras los espejos de agua, celosos cancerberos,
para hacerme dudar si te amaba o me amaba.

Quise entrar a galope a las luces del mundo,
subir por sus laderas a dominar lo alto;
desenfrenar mis sueños, como el mar que se alza
y relincha en los riscos, a tus pies, y se estrella.

Así cada mañana por tu luz entreabierta
se despereza el alba, mueve un rumor el sol,
esperando que abras y que alces los párpados
y amanezca y, mirándote, suba el día tan alto.

Si negases los ojos el sol se apagaría.
El acecho del monte y del amanecer
en tinieblas heladas y tercas quedaría,
aunque el sol y sus ángeles y las otras estrellas
se pasaran la noche tocando inútilmente.

Gabriel Zaid


ACATA LA HERMOSURA

Acata la hermosura
y ríndete,
corazón duro.

Acata la verdad
y endurécete
contra la marea.

O suéltate, quizá,
como el Espíritu
fiel sobre las aguas.

Gabriel Zaid

Acerca de Hölderlin

AMANTE LOCO, DAMA MUERTA

Oh, mi Diótima.
¿No es de mi Diótima de quien estáis hablando?
Trece hijos me parió, uno de ellos es Papa,
Sultán el siguiente, el tercero zar de Rusia.
¿Y sabéis qué le pasó?
Loca, es como le fue, loca, loca, loca.


Trece funerales me hicieron cuando morí.
Pero ella no vino a ellos. Encerrada en una torre.
Así son las cosas: Se fue a la vuelta,
al jardín donde se encuentran los amantes,
caminando, hablando juntos. Del otro lado del muro.
No hay nadie. Hasta que ustedes las visitas vienen.
¿Escribirá el cadáver un poema hoy
sobre su dama loca?

Pero te diré un secreto: nos encontramos.
A la vuelta, del otro lado del muro
está siempre nuestro jardín,
descansando, con flores de cada estación.
Vendremos cada uno de una calle oscura
y el sol brilla.
Ella ríe cuando le digo
que es como estar muerto.
Río cuando me da
noticias de nuestros hijos locos,
quienes se han abierto paso en el mundo.

No hay poema hoy, señor.
Vaya a casa. En un sueño verá
cómo se remueven los muertos
hacia la locura. Y parecen olvidar
a sus amados, cada uno en su propia calle oscura.
Como tus amados locos
parecen olvidar sus muertos.
Así son las cosas. No hay nadie.
Oh, mi Diótima.
Esperándome en el jardín.

Michael Hamburger

Versión de Homero Aridjis

HIPERIÓN CANTA A SU DESTINO
HYPERIONS SCHICKSALSLIED

¡Vagáis en alta luz
y suelo blando, genios de la gloria!
Las deslumbrantes ráfagas divinas
os son tan leves como
a las cuerdas sagradas
los dedos de la música doncella.

Sin cruz de la fatalidad respiran,
cual infante que duerme, los empíreos;
virginal se conserva
en honesto capullo,
para ellos eterna florescencia,
su porción del Espíritu,
y esas pupilas venturosas
miran con sosegada,
eterna transparencia.

Pero nosotros vamos condenados
a jamás encontrar nuestro reposo,
y la sufrida especie
vacila derrumbándose
a ciegas, una hora
tras la otra,
igual que el agua va cayendo
de peña en peña,
perenne su caer a lo desconocido.

Hölderlin

Versión de Jaime García Terrés