1 de julio de 2004

De Ricardo Jaimes Freyre

PALOMA IMAGINARIA

Peregrina paloma imaginaria
que enardeces los últimos amores;
alma de luz, de música y de flores,
peregrina paloma imaginaria.

Vuela sobre la roca solitaria
que baña el mar glacial de los dolores;
haya, a tu paso, un haz de resplandores,
sobre la adusta roca solitaria...

Vuela sobre la roca solitaria,
peregrina paloma, ala de nieve
como divina hostia, ala tan leve.

Como un copo de nieve, ala divina,
copo de nieve, lirio, hostia, neblina,
peregrina paloma imaginaria...

Ricardo Jaimes Freyre

Haiku

Lluvia de mayo:
es hoja de papel
el mundo entero.

Nishiyama Soin

Versión de Octavio Paz

Tanka

Luna en el agua
recogida en la concha
de una mano:
¿es real, irreal?
Eso fui yo en el mundo.

Ki no Tsurayuki

Versión de Octavio Paz

De Carlos Bousoño

ERES FELIZ

Eres feliz. Saber no quieras
lo que brilla en los ojos humanos.
Sonríe tú como mañana fresca,
como tarde colmada en su ocaso.

Porque eres eso, sí: la tarde pura
en que a veces yo mojo mis manos,
en que a veces yo hundo mi rostro.
¡La tarde pura en su placer dorado!

La savia dulce de la primavera,
toda la luz de la tarde en un cántico,
sube entonces feliz y presurosa
desde tu corazón hasta mis labios.

Carlos Bousoño


YO IBA CONTIGO

Yo iba contigo. Tú con tristes ojos
parecías la tarde en la mañana.
Mi amor, al verte triste, atardecía.
Atardecía, pero alboreaba.

Pues yo te quise más. Para alegrarte,
la luz del mundo celebré más ancha.
Y mi alma entonces exhaló el perfume
agreste y fresco que madruga y canta.

Como el jilguero su garganta oprime
en donde suena una experiencia humana,
se escuchaban arrullos, liras, voces,
atambores, venturas, violas, arpas.

Y el mundo era el sonido no vivido
que en mi interior vivía y resonaba.

Carlos Bousoño


ALGO EN MI SANGRE ESPERA TODAVÍA

Algo en mi sangre espera todavía.
Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta.

Ven hacia mí. Mis brazos crecen, huyen
donde los tuyos la mañana aquella.
Ven hacia mí. La tierra toda oscila,
se mueve, cruje. Vístete. Despierta.

Oh, qué encendida el alma
en su secreto puro, si vinieras.
Sin esperanza, entre la luz del día,
mi voz te llama.
El eco. La respuesta.

Carlos Bousoño