11 de marzo de 2005

Cathay: Li Po visto por Ezra Pound

LA ESPOSA DEL MERCADER DE RÍO: UNA CARTA
THE RIVER-MERCHANT'S WIFE: A LETTER

Mientras aún tenía mi pelo cortado recto sobre mi frente
Jugaba junto al portal, cogiendo flores.
Tú venías en zancos de bambú, jugando al caballo,
Tú pasabas junto a mi asiento, jugando con ciruelas azules.
Y nos fuimos a vivir a la aldea de Chokan:
Dos pequeñas criaturas, sin antipatía ni desconfianza.

A los catorce me casé contigo Mi Señor.
Nunca me reía, siendo vergonzosa.
Bajando la cabeza, miraba a la pared.
Llamada, mil veces, nunca volteaba a ver.

A los quince dejé de ser huraña,
Y deseaba que mi polvo se confundiera con el tuyo
Para siempre y para siempre y para siempre,
¿Por qué iba a subirme al mirador?

A los dieciséis tú partiste,
Te fuiste a la lejana Ku-to-yen, por el río de veloces remolinos,
Y ya llevas ausente cinco meses.
Los monos hacen un ruido triste sobre mí.

Tus pies se arrastraban cuando saliste.
Junto a la puerta ahora, el musgo ha crecido, los diferentes musgos,
¡Demasiado enraizados para quitarlos!
Las hojas caen temprano este otoño, con viento.
Las mariposas emparejadas están ya amarillas por agosto
Sobre la hierba en el jardín del Oeste;
Me hacen daño. Me envejezco.
Si vienes bajando por los desfiladeros del río Kiang,
Házmelo saber, por favor, de antemano,
Y yo voy a salir a encontrarte
Hasta allá a Cho-fu-Sa.

Rihaku
Li Po

Versión de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal a partir del original de Ezra Pound

POEMA CERCA DEL PUENTE EN TEN-SHIN
POEM BY THE BRIDGE AT TEN-SHIN

Marzo llegó a la cabeza del puente,
ramas de durazno y de albaricoque penden sobre mil
puertas,
flores que por la mañana parten el corazón
lleva el atardecer a las aguas fluyendo al este.
Pétalos en las aguas pasadas y pasando,
y en los distantes vortiginosos remolinos,
pero ahora los hombres no son como antes,
aunque también se cuelguen de la baranda del puente.

El color del mar se mueve con el alba
y los príncipes aún parados en filas, alrededor del trono,
y la luna cae sobre los portales de Sei-go-yo,
y se pega a las murallas y al ápice de la puerta.
Con cascos refulgiendo frente al sol y la nube,
los señores se alejan de la corte e internan en remotas
fronteras.
Montados en caballos que parecen dragones,
enjaezados con metal amarillo,
y en las calles les abren paso.
Altivo desfile,
pasos altivos al dirigirse a grandes convites,
a soberbios salones y curiosa comida,
al aire perfumado y jóvenes danzarinas,
a claras flautas y claros cantos;
al baile de las setenta parejas;
a la loca persecución por los jardines.
Noche y día entregados al placer,
pensando que durará mil otoños,
infatigables otoños.
Para ellos los perros amarillos aúllan portentos en vano,
y que son comparados a la señora Riokushu,
causante de odio!
Quién entre ellos es un hombre como Han-rei
que partió solo con su querida,
con el cabello suelto y botero de sí mismo!

Rihaku
Li Po

Versión de Guillermo Rousset Banda a partir del original de Ezra Pound

LAMENTO DEL GUARDIA DE FRONTERA
LAMENT OF THE FRONTIER GUARD

En la Puerta del Norte henchido de arena sopla el viento,
¡solitario desde el inicio de los tiempos!
Caen árboles, amarillea la hierba al impacto del otoño.
Escalo torres y torreones
para observar la tierra de los bárbaros:
castillo desolado, el cielo, el desierto sin fin.
No se sostiene un muro en pie sobre la aldea.
Huesos blanquísimos inmersos en la escarcha,
grandes cúmulos cubiertos de árboles y hierba.
¿Quién provocó estos despojos?
¿Quién encendió la flamígera cólera imperial?
¿Quién trajo este ejército con tambores y atabales?
Reyes bárbaros.
Deliciosa primavera convertida en otoño ávido de sangre,
baraúnda de guerreros esparcidos por el Reino Central,
trescientos sesenta mil,
y dolores y dolores como cae la lluvia.
Dolores a la ida, y dolor, dolor al regreso.
Desolados campos desolados,
sin huérfanos de la contienda que los crucen,
no más hombres de ataque y de defensa.
¡Ah!, cómo pudieras conocer la lúgubre congoja de la Puerta del Norte,
con el nombre olvidado de Riboku,
y nosotros los guardias pasto de los tigres.

Rihaku
Li Po

Versión de Ricardo Silva-Santisteban a partir del original de Ezra Pound

LAMENTO DE LA ESCALERA DE GEMAS
THE JEWEL STAIRS' GRIEVANCE

Los enjoyados escalones están ya blancos de rocío,
Es tan tarde que el rocío empapa mis medias de gasa,
Y bajo la cortina de cristal
Y miro la luna en el claro otoño.

Rihaku
Li Po

Versión de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal a partir del original de Ezra Pound

SEPARACIÓN EN EL RÍO KIANG
SEPARATION ON THE KIANG RIVER

Ko-jin corre al oeste desde Ko-kaku-ro,
las flores humo empañadas sobre el río.
Su vela solitaria mancha el cielo claro.
Y ahora sólo veo el río,
el extenso Kiang, llegando al cielo.

Rihaku
Li Po

Versión de Guillermo Rousset Banda a partir del original de Ezra Pound

DESPEDIDA A UN AMIGO
TAKING LEAVE OF A FRIEND

Montañas azules al norte de las murallas,
alrededor el río blanco se crispa;
aquí precisa separarnos
y recorrer mil millas de pasto muerto.

La mente como ancha flotante nube,
el ocaso como la partida de viejas amistades
que se inclinan sobre sus enlazadas manos a distancia.
Nuestros caballos relinchan uno a otro
mientras partimos.

Rihaku
Li Po

Versión de Guillermo Rousset Banda a partir del original de Ezra Pound

CARTA DEL EXILADO
EXILE'S LETTER

A So-Kin de Racuyo, mi viejo amigo y Canciller de Gen
Recuerdo cuando me hiciste un bar particular
En el extremo sur del puente de Ten-Shin.
Con oro reluciente y transparentes gemas pagábamos
los cantos y las risas
Y pasábamos ebrios un mes tras otro, sin pensar en el
rey ni los príncipes
Hombres inteligentes venían por el mar y la frontera
occidental
Y con ellos, contigo sobre todo,
Nos entendíamos perfectamente
Y nada para ellos cruzar el mar o las montañas
Con tal de estar en nuestra compañía,
Y hablábamos de todo, sin ocultarnos nada, y sin
pesares
Después fui confinando a Wei del Sur,
Encerrado en un bosque de laureles,
Y tú hacia el norte de Raku-hoku
Hasta no haber entre nosotros más que añoranzas y
memorias comunes
Y luego, cuando era ya insufrible continuar separados,
Volvimos a encontrarnos y fuimos a Sen-Go,
Siguiendo las mil vueltas y remolinos de las sinuosas
aguas,
Hasta un lugar resplandeciente con millares de flores,
Que era el primero de los valles,
Y luego otros mil valles llenos de voces y del rumor
del viento en sus pinares.
Y con sillas de plata y riendas de oro
Salió a encontrarnos el capitán de Kan del Este y su
comitiva.
Y vino allí también el verdadero mandamás de Shi-yo,
a darme a mí la bienvenida
Sonando un órgano de boca incrustado de piedras
preciosas
Y en las casas de dos y más pisos de San-Ko nos
obsequiaron más música Sennin,
Con muchos instrumentos, como en un coro de Pichones
de Fénix.
El mandarín de Kan Chu, ebrio, bailaba,
porque sus largas mangas no conseguían estar
inmóviles
Con la charanga de aquella música.
Y yo, cubierto de brocados, me le quedé dormido sobre
las piernas,
Con el espíritu tan encumbrado que me hallaba en el
séptimo cielo,
Y antes del fin del día nos dispersamos como estrellas
o lluvia.
Yo me tenía que marchar a So, muy lejos todavía aguas
arriba,
Tú regresaste a tu puente del río.
Y tu padre, que era valiente como un leopardo,
Gobernaba en Hei Shu, y sometió a los bárbaros.
Y un mes de mayo te mandó a traerme,
a pesar de la enorme distancia.
Y con las ruedas rotas y lo demás, fue un viaje duro,
sobre caminos retorcidos como tripas de chivo,
Y yo que caminaba todavía a finales de año
bajo el viento cortante que soplaba del norte,
Y pensaba qué poco te preocupaba el gasto
y tú te preocupabas lo suficiente para pagarlo.
Y ¡qué recibimiento!
Copas de jade oro, platos bien arreglados en una mesa
azul toda enjoyada
Y yo borracho, y sin pensar en el regreso,
Y tú caminabas conmigo hasta el extremo occidental
del palacio
Hasta el templo dinástico, rodeado de agua, un agua
transparente como jade azul claro,
Con canoas bogando, y el son de las armónicas y
tamboriles,
Y las ondas parecidas a las escamas de los dragones,
remedando el verdor de la yerba en el agua,
El placer prolongado en compañía de las cortesanas,
yendo y viniendo sin estorbos,
Con las pelusas de los sauces cayendo como nieve,
Y las chicas pintadas con bermellón, emborrachándose
por fin al caer la tarde
Y el agua, de cien pies de hondo, reflejando sus cejas
verdes,
-Unas cejas pintadas de verde son para verse bajo la
luna tierna,
Lindamente pintadas-
Y las muchachas cantando y respondiéndose con cantos
las unas a las otras
Bailando en trajes transparentes,
Y el viento alzando el canto, interrumpiéndolo,
Y zarandeándolo bajo las nubes.
Pero todo esto tiene fin.
No se vuelve a encontrar otra vez.
Me fui a la corte a presentar examen,
Probé la suerte de Layú, ofrecí el canto Choyo,
Sin lograr promoción
y regresé a las montañas del Este
con la cabeza blanca.
Y más tarde, otra vez, nos encontramos en el puente
del sur,
Y luego el grupo se deshizo, tú partiste hacia el Norte,
para el palacio San,
Y si tú me preguntas cómo es que siento tu partida:
Tal como caen las flores al terminar la primavera,
Confusamente, en agitado remolino.
¿Para qué sirve hablar? -y hablar no tiene fin,
No tienen fin las cosas del corazón.
Llamo al muchacho,
Lo hago sentarse en los talones aquí a mi lado
A sellar esto,
Y te la envío hasta mil millas de distancia, mientras
quedo pensando.

Rihaku
Li Po

Versión de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal a partir del original de Ezra Pound